jueves, 16 de julio de 2009

Capitulo 14

Capítulo 14


La casa de los farolillos rojos....





Uno de los guía turísticos de la ciudad, Chen, con quien ya había coincidido en varias ocasiones, en varias oportunidades me preguntó si me interesaba hacerme unos masajes. Me comentaba conocer un sitio, no muy alejado del hotel, en el que las masajistas eran, según su opinión, excepcionales. Me desconcertaba un tanto el tono en el que me lo comentaba, pues la verdad, un masaje no venía nada mal, pero había algo que me hacía desconfiar... Tenía la impresión de que no se trataba se simples masajes, y que había algo más. Su insistencia, sin caer en ser pesado o molesto, me hizo sospechar que él se llevaría obviamente comisión por llevarles clientes.

Algunos días después, en uno de mis paseos nocturnos, me encontré con el sitio que me había recomendado Chen. En la puerta había como tres o cuatro chicas, todas ellas muy guapas y bien vestidas. Correctamente desde el punto de vista occidental, porque aquí los criterios en esta materia pueden ser muy distintos. Desde luego llamaban la atención en una ciudad tan pequeña como Dengfeng, aunque posiblemente hubiesen pasado desapercibidas en alguna de las ciudades grandes del norte o sur de China. Cualquier chica de hoy, de nuestra juventud actual en occidente, por su manera de vestir y la moda imperante, aquí hubiese llamado poderosamente la atención. Entraría seguramente en la consideración aparente de ser una “chica fácil” como mínimo, cuando no otra cosa mucho más fuerte. En China se nota mucho esta diferencia, y en las zonas rurales mucho más...

El establecimiento donde se encontraban las chicas, de verdad que podía pasar fácilmente por un prostíbulo o “puticlub”, como suelen llamarse ahora, pues lucía sus farolillos rojos y todo... ¡pero que estupidez más grande!... Cualquier restaurante también los tenía. Aún así, al pasar por la puerta me dio la impresión de que allí había algo más que masajes...Me estaba dejando llevar por mis prejuicios e ideas conceptuales acerca de algo que suponía que era, pero que por otro lado intuía que no lo era. ¡que complicado!.... A menos que entrase y lo viera por mis propios ojos, no sabría nunca que era aquello exactamente. Me propuse aceptar un día la oferta de Chen y venir aquí. Pasé tantas veces por la puerta del establecimiento, que se encontraba en el recorrido habitual de mis paseos, que las chicas ya me saludaban. Pero en ninguna ocasión me invitaron a entrar, ni insinuaron nada en concreto. Eso si, eran muy simpáticas, comunicativas y guapas.

Cuando estuvieron los americanos aquí, los vi entrar una vez en una casa de estas, y me imagino lo que iban a buscar. Este tema me tenía un tanto desconcertado, así que un día le pregunté a Yan por este establecimiento, y me comentó que lo conocía bien. Le pregunté si sabía de qué iba la cosa realmente allí. Se echó a reir y me explicó que, en ese lugar concreto “no había chicas malas”, que solo hacían masajes, y muy buenos por cierto. Esto me tranquilizó un poco la sed de conocimiento que sentía por el tema, aunque seguía viva una cierto desconcierto, pues a simple vista parecía lo que no era, y además no había diferencias con los que si lo eran. Porque era obvio que estas casas o sitios existían; yo creía haber visto algunos en otras calles (que luego averigüé que si eran lo que parecían). Los chinos las llamaban poéticamente “casas de los farolillos rojos”....

Actualmente, y sobretodo en las grandes ciudades, hay que tener mucho cuidado con los denominados “Karaoke”, puesto que suelen enmascarar a los clubs nocturnos, donde si que hay chicas “distraídas”, y además con cierto riesgo. Al respecto, relataré brevemente una anécdota que me ocurrió años atrás, durante mi primer viaje a China.

Estábamos en la ciudad de Suzhou, al sureste del país, con un grupo de turistas españoles. Al finalizar el día y las correspondientes visitas programadas, teníamos la tarde-noche libre, así que entre dos compañeros de viaje, decidimos conocer la vida nocturna de la ciudad. Nuestra idea era visitar uno de esos karaokes, que estaban tan de moda en China en aquella época.

Mientras tomábamos unos tes en el bar del Hotel, hablamos con nuestro guía, el Sr. Li, un tío bastante competente, sobre la posibilidad de salir por ahí. El decía no conocer ningún sitio de esos en la ciudad, pero se ofreció a acompañarnos a buscar uno. Bueno, en realidad la idea surgió de entre todos los que estábamos allí, que éramos tres.

Así que salimos a la calle y nos dirigimos caminando en la dirección que nos indicó el portero de la entrada, con el que estuvo hablando Li. Apenas doscientos metros más adelante, nos abordó un chino, dirigiéndose a Li, y este nos comentó que habíamos tenido suerte, que apenas un par de calles más allá había un karaoke. El señor, muy amable nos condujo hacia ese sitio, que estaba enclavado en un oscuro callejón, lo que ya de entrada me daba mala espina. Pero justo a la puerta de entrada del establecimiento, iluminado por los llamativos colores de los neones, había un coche patrulla de la policía. Eso me tranquilizó un poco. Una vez dentro, Li habló con una encargada y nos condujeron a unos reservados. Eso era lo normal en China. En una pequeña salita, muy bien acondicionada, había un enorme televisor con varios cómodos sofás. La cosa parecía algo serio, aunque nada a lo que yo había visto en España (tampoco había visto mucho, la verdad). Yo hubiese preferido quedarme en la sala de baile que había fuera. Una vez acomodados, nos dieron el catálogo de las canciones y pedimos las bebidas.

Al poco, aparecieron cuatro bellezas con los refrescos y cervezas. Una encargada le preguntó a Li si las chicas podían quedarse, y este nos miró. Inmediatamente contestamos que si. Encantados!... Pero la cosa tenía truco....

Comenzaron a emitir imágenes de las canciones y algunos cantaban entusiasmados. Yo poco, porque lo de la canción lo dejé ya en la cuna, cuando era muy pequeño. No era lo mío. Incluso apareció una canción de “pretty woman”.... grabada en Puerto Banús!.... Nos reíamos mucho, casi lloramos, intentando hacerles ver a las chicas que nosotros vivíamos allí. Estás, al principio, se mostraban muy modositas, pero poco a poco se fueron animando, y aquello comenzó a tener un color y calor que me empezó a preocupar un poco, aunque la verdad, tampoco le hice ascos. Las chicas, una con cada uno de nosotros, ya te metían mano descaradamente.... La que estaba conmigo, una chica realmente hermosa, me incitaba a que la tocara.... Y no es que no me gustara, no... Es que ya me iba imaginando de que iba todo aquello. Y eso me inquietaba bastante. Le pregunté a Li si podía averiguar el tema.... Este preguntó a las chicas y, efectivamente, no estaban allí porque les habíamos caído especialmente bien, ni para establecer lazos culturales o de amistad. Costaba dinero que estuvieran con nosotros.

De inmediato se acabó nuestra diversión. Vaya palo!... Y si queríamos “algo” más, que no hacía falta ser un lince ni saber chino, para saber de que se trataba, también era posible. Sin problemas. Pasar el rato costaría a cada uno 300 Yuan, y si querías algo privado, eran 400 más. Por irse contigo al hotel, toda la noche, 600 Yuan. Yo me corté un poco, pues nunca había pisado un sitio así, y no quería que fuese tampoco aquí, en China.

Finalmente, le dijimos a Li que les comunicara a las chicas que no estábamos interesados (que en el fondo era cochina mentira). Estas se mostraron bastante disgustadas, incluso visiblemente molestas. Decidimos pedir la cuenta, pues algo no iba muy bien. Habíamos consumido un par de cervezas cada uno y yo unos refrescos, más unos platitos de cacahuetes. Llegó la encargada y nos pasó la cuenta, no sin antes discutir brevemente con Li, que ya estaba visiblemente nervioso. Cuando vimos la factura, alucinamos: 6.800 Yuan!!!

Li comenzó a protestar airadamente, y por lo que pude entender, se negaba a que pagásemos esa suma. Nos estaban robando descaradamente. Esto era un auténtico atraco. Pensamos en dejar unos mil Yuan en la bandeja y largarnos, pero inmediatamente desistimos de la idea al ver aparecer en la puerta de la habitación a dos tipos con muy mala pinta. ¡Quién dijo que los chinos eran pequeños y delgados!..... Uno iba armado, seguro, pues vi la culata de la pistola bajo la chaqueta, y el otro no era precisamente un niño de San Ildefonso....

Visto el panorama, yo ya me veía liado a ostias con esos matones, y seguramente que no saldríamos de allí bien parados. La cosa se puso muy fea. Dijimos de pagar entre todos la factura, pero Li se negó e insistió en pagar él solo, pues decía que había sido culpa suya por habernos traído allí. Bueno al final, le sacaron 11.000 Yuan, que le vi entregárselos. Salimos de allí a toda pastilla, dando gracias por haber salvado el pellejo. La aventura salió carísima, sobretodo a Li, que tuvo que soltar la pasta, y encima no nos comimos un pimiento!....

Luego nos reímos mucho, pero aun nos temblaban las piernas..... Y mejor que no comentáramos nada a los demás del grupo.




No digo que en todos los sitios sea igual, además es el único problema que me he encontrado en mis viajes a China, pero hay que andar con cuidado al andar con el mundo nocturno, y me refiero a meterte en bares y karaokes, que aquí funcionan de una manera distinta, a la que no estamos acostumbrados.

Respecto a Dengfeng y las casas de masajes, me quedé finalmente con ganas de probar, y si no lo hice, fue porque tenía mi mente puesta en otras muchas cosas, y solo me acordaba de este tema cuando pasaba por la puerta y me saludaban las chicas. Recordé el soberbio masaje que me hizo una preciosa chica en Luoyang, años atrás, y que no olvidaré jamás.

Todo esto viene a cuento de que aquí, en China, apenas existen cosas que hagan referencia explícita al sexo. No encuentras nada ni en televisión, ni en prensa ni en la calle. Los anuncios no tienen nada que ver con los que tenemos allí, en España, donde para anunciar un coche, la chicha ha de estar desnuda.

Este hecho, a los ojos de un occidental, puede inducir a pensar en una represión o recorte de la libertad de expresión o de la libertad sexual de los individuos. Cierto es que están prohibidas las revistas pornográficas, incluso su importación, que es considerado delito, aunque esto no quita que, seguramente, en determinados circuitos, como en el resto del mundo, se pueda encontrar algo. Pero no veremos nada explícito en los quioscos, como sucede en España, donde las revistas pornográficas están al alcance de la mano y de la vista de cualquier persona, casi en plena calle. Y eso, obviamente incluye a los niños, que aunque no puedan comprarlas, acaban pensando que es algo normal y natural. ¿si esto es considerado como lo normal, en qué parámetros encajamos entonces la normalidad?.... La línea de lo normal y lo que no lo es, la línea de lo correcto e incorrecto, habrá tomado un color indefinido, se habrá tornado borrosa, hasta que ha desaparecido por completo. Se habrán perdido las guías de referencia de las conductas sociales. Y eso es una cuestión de moralidad; la sociedad está perdiendo a pasos agigantados esos valores, por “detalles” como el que he expuesto brevemente. Y una sociedad sin valores éticos, o que, como mucho habla de ellos, pero que no los dignifica en absoluto, carece de un futuro socialmente sostenible.



Para que la pequeña semilla de la compasión,
Natural y esencial, pueda germinar y crecer en él,
Este ser no pide más que un entorno adecuado.





Aquí, en China, creo que tratan de mantener los valores morales tradicionales, aunque sea a costa de recortar en parte los “derechos” de libertad de expresión, que en occidente nos han conducido a un “todo vale”, que está corrompiendo la sociedad hasta sus cimientos. Muchos pensarán que esto es peor, .... Pero yo me cuestiono si de verdad tenemos esa libertad total de expresión, y si, en cualquier caso, eso es realmente tan necesario y beneficioso para todos....

En una sociedad, donde todo el mundo puede decir lo que le dé la gana de cualquiera, y en el tono más insultante e irrespetuoso posible, hablar de libertad de expresión me parece casi una ironía o un sarcasmo.
Una sociedad que ha otorgado un protagonismo exacerbado a los periodistas (!), incluso por encima del personaje o “personajillo”, para que se conviertan en jueces y verdugos de esos miserables de alma que exponen y venden sus entrañas sentimentales, es, a todas luces, una sociedad enferma.

Porque, paradójicamente, vivimos y disfrutamos en una sociedad democrática, donde hasta al más débil le asiste el derecho a quejarse todo lo que quiera y ante quién quiera..... pero que va a conseguir bien poco de los que ostentan los poderes fácticos.... La desigualdad se manifiesta aquí, en parámetros similares a los demás países, sean democráticos o no, aunque con marcados matices que se utilizan como excusa para tachar a tal o cual gobierno de represivo.

Cuando en aras de tener una libertad de expresión, perdemos nuestro autocontrol, nuestro sentido de la ética y la moralidad más básica, creo que no vale la pena....



La educación debería impartirse en armonía con la naturaleza
esencialmente buena del niño.
El factor esencial es educar en un ambiente de amor y de ternura.
Aunque en una perspectiva ideal, es preciso que las cualidades humanas
Se desarrollen en paralelo con la bondad,
Y si fuera preciso elegir entre unas cualidades generales y la bondad,
Habría que elegir ésta última.

XIV Dalai Lama


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Bienvenido...

Hace ya muchos años que vengo viajando a las regiones milenarias de China, un país que me fascina, que me llega a lo más profundo de mi alma y corazón. Y en todos estos años, he acumulado un sinfín de historias, anécdotas y relatos que han ido tomando forma de pequeños libros que, por diversas circunstancias, no han salido publicados aun. Pero es mi deseo que todos mis amigos y conocidos, además de cualquier otra persona interesada en estos temas de aventura y viajes, puedan acceder y compartir de alguna manera mis experiencias.
Así pues, este blog no es otra cosa que una ventana abierta a mi corazón y, si te animas a asomarte, un billete que te trasladará miles de millas a lomos de los recuerdos y experiencias por esas tierras. Bienvenido..