jueves, 16 de julio de 2009

Capitulo 10

Capitulo 10



La pagoda del Templo Songyue


Teníamos esa tarde libre, así que le dije a Yan que deseábamos visitar la gran pagoda que se divisaba a lo lejos, en medio de un gran bosque en una ladera del monte Songshan. Todos los días, en el trayecto hacia la escuela, la veíamos, y teníamos interés en visitarla. Pensé que era una excelente ocasión de hacer unas buenas fotos con los miembros del equipo. Por otro lado, me interesaba mucho la parte histórica del lugar, porque según mis datos, era una de las pagodas budistas más antiguas de China.

Un coche privado del hotel nos recogió y nos trasladó en apenas veinte minutos hasta esa pagoda. Estaba enclavada en pleno bosque, y la carretera que llevaba hasta ella, estaba en bastante mal estado. Formaba parte de los lugares de interés turísticos de Dengfeng, aunque, por lo que pude apreciar, muy poca gente de desplazaba hasta ese lugar, algo apartado en la montaña. Tuvimos que adquirir las entradas en un pequeño puesto de control que había junto a la carretera. Nuestros chicos iban vestidos con el traje naranja de Shaolin, lo que llamó la atención a los guardas, que nos miraban con descarada curiosidad. Seguimos el tortuoso camino hasta encontrarnos ante las puertas del recinto, que estaban cerradas con una valla. Un guardia nos facilitó la entrada, mientras que el chófer se quedó en el coche. Éramos los únicos visitantes del lugar, y a juzgar por ciertas lustrosas telarañas, también los únicos en mucho tiempo.

El lugar era realmente fascinante; reinaba un silencio casi absoluto, solo roto por el murmullo del arroyo cercano y la suave brisa de los árboles. Los pájaros se dejaban oír, posados entre sus abundantes ramas. El recinto era muy pequeño, rodeado por un muro rojizo, idéntico al de Shaolin, y estaba escalonado en tres partes, siguiendo la orografía del terreno, ligeramente en pendiente. Un anciano monje estaba cuidando los jardines. Aparte de la gran pagoda, también había tres pequeños edificios al fondo del recinto, cuyo perímetro podía abarcar de un solo vistazo. El edificio del centro era una sala d oraciones, con un pequeño Buda de madera tallada, sobre un modesto altar. El lugar era en realidad un pequeño templo, en cuyo centro se erigía la gran pagoda. Todo estaba rodeado de una densa vegetación, mientras que a espaldas del lugar podía observar las escarpadas y majestuosas laderas del monte Songshan. La palabra que mejor describe la sensación que percibía era, sin lugar a dudas, paz. Era un lugar que me invitaba a quedarme, que ejercía una extraña atracción sobre mi...

Iniciamos la sesión de fotos, en las que cada uno adoptaba diferentes posturas y técnicas características del estilo Shaolin. También aproveché para grabar en video las formas aprendidas días atrás. No salió muy bien por los errores y equivocaciones que cometían en su ejecución. Por otro lado, busqué diferentes ángulos para fotografiar el lugar, tratando de captar con mi cámara, lo que ese pequeño templo me transmitía. Tarea harto difícil puesto que,¿cómo captas el silencio?....¿Y de que manera fotografías las suaves fragancias y olores a naturaleza del lugar?....¿Cómo lograr plasmar en una foto, siquiera una sola de las sensaciones que yo percibía?.... Era el silencio, salpicado sabiamente y en perfecta armonía, de sonidos tenues de la naturaleza. Era la tranquilidad del lugar, la soledad y el relativo aislamiento. Era su mágico y poderoso entorno. La naturaleza viva. Era un todo, en perfecta armonía....

Mientras los demás se dedicaban a hacerse más fotos, yo tuve la ocasión de sentarme un rato tranquilamente a meditar. Tenía la sensación, casi la certeza de no querer volver a mi país.....

Mi mente y mi alma, se diluyeron en ese lugar, y me sentía parte de un todo, mientras una embriagadora sensación de felicidad me iba llenando por momentos....
Trataba en vano de buscar palabras para encauzar y describir tan maravillosas experiencias y sensaciones, pero en mi mente, desaparecían como tragadas por un espacio insondable, donde esas palabras se convertían en infinitesimales partes, casi imperceptibles, de mi intento de retenerlas.





La felicidad es el resultado de una maduración interior.
Solo depende de nosotros, al precio de un trabajo paciente,
Proseguido de día a día.
La felicidad se construye, lo cual exige trabajo y tiempo.
A largo plazo, la felicidad y la desdicha son, pues,
Una manera de ser o un arte de vivir.



Dos horas más tarde, regresamos al hotel, aunque me prometí volver a aquel sitio. Había algo muy especial, que, como he dicho antes, no se describir y que me atraía con fuerza. Puede que fuesen todo un cúmulo de circunstancias, que junto a mi experiencia vivida semanas atrás en el templo Shaolin, me empujasen a sentirme tan atraído por este pequeño templo. De no haber tenido responsabilidades, de buena gana me hubiese gustado quedarme a vivir aquí.

No hay comentarios:

Bienvenido...

Hace ya muchos años que vengo viajando a las regiones milenarias de China, un país que me fascina, que me llega a lo más profundo de mi alma y corazón. Y en todos estos años, he acumulado un sinfín de historias, anécdotas y relatos que han ido tomando forma de pequeños libros que, por diversas circunstancias, no han salido publicados aun. Pero es mi deseo que todos mis amigos y conocidos, además de cualquier otra persona interesada en estos temas de aventura y viajes, puedan acceder y compartir de alguna manera mis experiencias.
Así pues, este blog no es otra cosa que una ventana abierta a mi corazón y, si te animas a asomarte, un billete que te trasladará miles de millas a lomos de los recuerdos y experiencias por esas tierras. Bienvenido..